jueves, 10 de julio de 2014

El miedo


La palabra miedo proviene del término latino metus.
 
La Real Academia de la Lengua Española, define el miedo como "la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario", o como "Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea".
Esta es una emoción, que cuando se siente es siempre desagradable, pero gracias a ella tenemos capacidad de preservar la supervivencia.
Tener miedo en si no es algo negativo, el miedo nos permite resguardarnos de cualquier posible peligro, (como lo haría cualquier animal al ver a un depredador), activa nuestros mecanismos de defensa, que pueden ser muchos, desde la huida al enfrentamiento, si estamos seguros que tenemos la posibilidad de ganar.
Lo que sí es negativo, es vivir en el miedo constantemente,  y no nos permita hacer una vida normal y plena o que ese miedo nos paralice de tal manera que incluso ponga en peligro nuestra integridad.
Existen muchos tipos de miedos y diferentes clasificaciones de los mismos, pero en este caso nos interesa la clasificación de miedos que hizo Edward Bach, para los que encontró los siguientes remedios:
 
 

Heliantemo: Miedo profundo en el que se pierde la capacidad de reaccionar, en estados de shock físico o psíquico. Lo característico son ansiedad, quizás incluso pérdida de consciencia. Puede provocarlo un accidente, la noticia inesperada de la muerte de un ser querido o de una enfermedad terrible.




Mímulo: miedo a cosas conocidas de nuestra vida cotidiana, miedo a volar en avión, a las alturas, a los perros, a la enfermedad, fobias en general. Suelen ser bien definidos y generalmente no sirven las explicaciones, pero si el acompañamiento para que la persona se pueda enfrentar poco a poco a aquello que teme y poderlo entender mejor.



 
Cerasífera: Miedo a hacer o pensar cosas de las que luego uno se podría arrepentir, miedo a perder el control, La persona que siente este tipo de miedo, a menudo no se reconoce, tiene la sensación de que una fuerza que el no controla le puede llevar a cometer actos no deseados por el. Un ejemplo claro puede ser el miedo del adolescente ante los primeros acercamientos sexuales, en los que no sabe si lo que desea es lo correcto y por tanto no se atreve.

 
Álamo Temblón: Miedo a lo desconocido, vagos y sin razón alguna, miedo a los “fantasmas”, el miedo que nos pone la piel de gallina. Generalmente la persona que lo sufre desconoce su causa, a lo que llamamos premoniciones, pero que la persona lo vive con mucha realidad. Son los terrores nocturnos de los niños pequeños, cuando se quedan solos en su cuarto.
 
 
 
Castaño Rojo: Miedo infundado a que les pase algo a nuestros seres queridos. Tal es ese miedo que quien lo sufre, deja de preocuparse por si mismo para preocuparse de los demás, incluso hasta de enfermar. Un caso típico es el de los padres que se preocupan toda la noche por que sus hijos han salido de noche, aventurando que han tenido un accidente o que les ha pasado algo muy malo. Culturalmente, un padre que no se preocupa, no es un buen padre. Otra manera de actuar, es impedir al hijo hacer lo que le es propio por edad, salir de noche, por el posible riesgo que eso conlleva, pero en muchas ocasiones lo que le impide es llevar a cabo su "misión vital".
 


 

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